sábado, 24 de marzo de 2012

EL PUNTO QUE SEPULTO AL OSCURANTISMO


Suena un poco raro que algo tan diminuto como un simple punto pueda sepultar uno de los momentos mas grises de la historia de la humanidad, sin embargo el punto a que hago referencia no es un punto cualquiera, además de nombre tiene apellido: el punto de fuga.
Un punto de fuga, de acuerdo a los teóricos del dibujo, es el lugar geometrico en el cual las proyecciones de las rectas paralelas a una dirección dada en el espacio convergen. Dicen además que es un punto impropio, situado en el infinito. Un punto de fuga correspondiente a una dirección dada en el espacio queda definido mediante la intersección entre el plano de proyección y un rayo con dicha dirección trazado desde el origen o punto de vista.
Tremenda definición no? Sin embargo como veremos mas adelante uno de los elementos mas importantes de la misma radica precisamente en lo que se refiere al trazado desde “el punto de vista” (y vuelvo con los puntos).
Pues bien, definido este, empecemos a explicar porque hemos decidido invitarle a estar con nosotros en este conversatorio de hoy domingo.
La humanidad ha atravesado por muchos estadios de desarrollo a través de su historia. Realmente todos y cada uno de ellos resultan fascinantes aunque por razones diferentes. Imagino que todo buen soñador, o por lo menos un soñador que se respete, habrá escogido ese momento (o momentos) de la historia que le hace transportarse hacia el lugar ideal en que siente que debía haber nacido. Uno de los momentos que menos fans tiene, y con sobrada razón, es la Edad Media época correctamente llamada “del Oscurantismo”.
La Edad Media es el periodo de tiempo que va desde la caída del Imperio Romano en el siglo V hasta la conquista de Constantinopla en el siglo XV. Nada más y nada menos que mil años en que el mundo se detuvo bajo el imperio del fanatismo religioso.
La oscuridad de la mente humana se hacía palpable, ante la imposibilidad de cuestionar los dogmas religiosos, verdades reveladas que no admitían crítica, ni posibilidad de prueba.
La Iglesia adquirió en esta etapa un inmenso poder que trascendía el ámbito religioso y se produjo un gran retroceso científico, al impedirse elaborar teorías que pudieran contradecir los dichos bíblicos.
El centro de todas las preocupaciones humanas fue Dios y hacia allí debían dirigirse todas sus acciones para lograr una vida virtuosa, ya que el hombre  llevaba en su propia esencia el pecado original, y sólo tenía derecho a una vida plena en el más allá. Atractivo el panorama no?
Con el grito de "Deus lo vult" (es la voluntad de Dios!) y sabiendo que Cristo estaba a su lado, los cruzados cristianos medievales marcaron la historia humana para siempre cometiendo las mas viles atrocidades, matando hombres, mujeres y niños, moros y judíos por igual. Se estima que el día que Jerusalem fue conquistada por los cristianos 70,000 victimas pagaron con sus vidas el “glorioso” hecho.
Un mundo cristiano, y un pensamientocristiano, pusieron al hombre y sus ideas, de rodillas ante Dios. La búsqueda de la verdad científica no era necesaria ante la existencia de la única verdad posible: la revelada por el Creador. La cultura de la época estaba en manos de los clérigos, que monopolizaban los saberes.
Resultado? Según el historiador Joseph McCabe “nadie, excepto un experto, lee hoy en día un libro escrito entre los anos 420 y 1100 de nuestra Era”. Setecientos años y no hay ni siquiera un solo libro que refleje el pensamiento de mas de treinta generaciones?
La cosmovisión del hombre, la transmisión de sus ideas y valores en esta época solo se expresaba a través de la pintura, la escultura, la orfebrería, frescos y retablos. Los cultores de estas artes “permanecían en el anonimato de una condición artesanal de poco prestigio social” y los mismos centraban su arte en tres aspectos fundamentales: era una ofrenda a Dios, eran intermediarios entre el mundo sobrenatural y el humano (hacían visible lo invisible) y por ultimo era una afirmación del poder de Dios y de la iglesia.
Como consecuencia y para no desafiar el poder de la iglesia, todo el arte de la época medieval tiene una concepción plana ya que es la expresión de como Dios ve a sus criaturas desde el infinito. El énfasis no esta en el hombre y sus usos y costumbres sino en Dios.
Aquí arribamos al fin al punto que invitamos a compartir con nosotros: el punto de fuga.
Resulta que existió por los años 1200 un pastor italiano, específicamente florentino, que tomó unas tablas y empezó a pintar las ovejas que constituían su rebaño. Cansado de aquella monotonía tomó como modelo diferentes escenas cotidianas de la naturaleza que nada tenían que ver con las cortes divinas. Aunque en ese momento no podía saberlo estaba por cambiar al mundo. Su nombre era Giotto di Bondone (mejor conocido solamente como Giotto).
Aunque, en cierta medida, su formulación espacial es bastante primitiva, su observación de la Naturaleza le lleva a crear un marco real, ya sea con arquitecturas, ya en un paisaje abierto, en donde transcurren los acontecimientos narrados.
Lo trascendental de Giotto en nuestro comentario radica en que estas escenas de la cotidianidad en que centró su arte empezaron a abandonar la concepción plana en que eran expuestas antes.  La profundidad entre el observador y lo observado que logró a través del uso rudimentario de la perspectiva empezó a poner el énfasis del pensamiento en las actividades de las criaturas y no en las expectativas del Creador.
Desde Giotto, y a través de muchos otros, llegamos a Masaccio (sin olvidar a Piero della Francesca que definitivamente perfeccionó el uso de la perspectiva) y su famoso cuadro de la Flagelación. Por primera vez vemos una escena religiosa (la Flagelación de Cristo) en un segundo plano mientras el primer plano de la obra lo ocupan unos dandies italianos que conversan animadamente totalmente ajenos al drama que se vive a sus espaldas.
Este primer plano ocupado por el hombre dentro de una misma escena en la que existe un segundo plano ocupado por la religión fue posible gracias al punto de fuga. Aquí se inició el Renacimiento y definitivamente se sepultó el Oscurantismo.

martes, 6 de marzo de 2012

CRISTOBAL JIMENEZ Y EL ARTE DE LA GASTROSOFIA



A mi hermano de batallas Cristóbal Jiménez (AKA Cavalo) por las tantas y atrevidas fusiones que hemos podido disfrutar.

Hace ya siete años que empezamos a ser amigos, y digo empezamos porque la amistad es un camino mas que una meta, cada día trae nuevas oportunidades de incrementar el balance de esta cuenta.
Nos habíamos conocido pocos días antes bajo el candente sol de Bávaro durante una jornada de trabajo en el primero de varios proyectos que después acometeríamos.
En aquel momento yo vivía en la zona y el iba varios días a la semana; durante el día cada uno estaba inmerso en sus actividades particulares, pero al llegar la noche aprovechábamos para escuchar música, compartir vinos y sobre todo conversar. Eran unas veladas amenas en las que siempre intentábamos sorprender al otro con lo que habíamos desenterrado durante la semana en lo relativo a música, a temas de conversación, y sobre todo a los vinos con los que hacíamos acompañar las mismas.
Así cobraban vida cada semana Claude Luter, Sidney Bechet, Le Louissiana Jazz Band, y su contraparte americana Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Thelonius Monk, Louis Armstrong, y demás amigos y, a medida que el vino avanzaba, esto terminaba buscando el nombre al final de la calle de Camboy o la Poquita de Fe de Julito Deschamps.
Sin embargo dentro de lo mucho conversado nunca habíamos tocado el tema de la comida.
Una noche de rayos y centellas, en medio de un aguacero épico, llegó con dos latas repletas de langostas que había encargado a los pescadores de Punta Cana (en aquel momento estaba construyendo la ampliación del Club Med). Y fue así como esa noche, indudablemente, empezamos a ser amigos.
Asumió con maestría la preparación de las mismas y me di cuenta que era poco lo que me tocaba hacer mas que llevar la conversación y descorchar las botellas de un Muga exquisito que se despacharon esa noche.
A partir de ese momento las liberalias incluyeron como elemento principal la comida. Sin embargo lo que nos propusimos desde el principio fue el convertir carnes mediocres en platos deliciosos. Evadimos el filete, el lomo, el solomillo, el churrasco y sus relacionados y nos propusimos ver hasta donde podíamos revestir de dignidad la Punta de Palomilla, la masa de cerdo, la pulpa, las costillitas y en lo que a frutos de la mar se refiere nos íbamos a Macao y traíamos buenas provisiones de chillos, bonitos y carites.
Cuando le tocaba cocinar se inclinaba por el estilo mediterráneo, haciendo énfasis en los sazones; por el contrario cuando me tocaba a mi me inclinaba por el estilo francés haciendo énfasis en la preparación de las salsas.
Descubrimos que ambos sentíamos lo que llamamos “el placer de la mesa”, que sentarse ante un buen plato era algo más trascendente que simplemente alimentarse.
La principal diferen­cia entre alimentación y gastronomía es simple, la alimentación es la satisfacción de unas necesidades físicas; la gastronomía permite sublimar esta función y convertir el acto de comer en un placer para los sentidos y para el intelecto.
Sin embargo, un gourmet es alguien con un paladar exigente que entiende cuando toma una buena comida. La palabra proviene del término francés groumet que define a la persona encargada de la comida y los vinos, algo que podríamos traducir por gastrónomo.
Definitivamente no podíamos decir que este término nos definía aunque excedíamos el simple hecho de distinguir entre un Big Mac y un Whopper.
La práctica lleva ya casi siete años de disfrute y ha sido recientemente cuando me encontré con una palabra que podría definir esto que hacemos: gastrosofía.
Gastrósofo, es el individuo que se comporta como una especie de filósofo discreto, prudente y entendido, con un alto refinamiento a la hora de seleccionar manjares y bebidas.
De la anterior definición sólo no cumplimos con el "alto refinamiento" pero espero que con la práctica nos ajustemos a esta definición.
Vayan pues mis parabienes para el buen gastrósofo Cristóbal Jiménez (Cavalo) por los diversos "inventos" conque ha halagado nuestros paladares.

Febrero 2012