martes, 23 de julio de 2019

Una nueva forma de hacer politica

En este presente que vivimos, en esta segunda decada del siglo XXI, ya no nos escandalizamos ante los inventos más espectaculares ni nos asombramos con imágenes llegadas desde Marte o desde los confines del Sistema Solar, porque ya nada nos parece imposible.Sin embargo, en medio de tanta demostracion de inagotable creatividad, me pregunto por qué no somos capaces de reinventar la política.
Existe, es cierto, un deseo general, un desencanto difuso, casi una apostasía de la política y sin duda, un rechazo de buena parte de los políticos. Y eso es en todo el mundo.
Por qué esa incapacidad de encontrar nuevas formas de gestionar lo público, de organizar nuestra vida social, de libertar a nuestra democracia de las cadenas del conformismo y de la corrupción de las más diversas especies?
Estamos viendo como ni las llamadas “primaveras”, ni las “olas de indignados”, ni las "marchas verdes", por preciosas que sean, son aún capaces de ofrecer una alternativa a nuestras frustraciones frente a la política.
Sabemos que no existen alternativas a la democracia, a la defensa de las libertades individuales y colectivas, a la justicia social, a la fuerza del voto individual.
Y sin embargo sabemos que todo eso, se queda viejo y corto. No nos ilusiona.
Necesitamos un salto cuántico en el mundo de la política. El Planeta está huérfano de estadistas, de creadores. No digo de líderes ni de mesías, que esos sabemos que sobran. Necesitamos de genios que sean capaces de dar una vuelta completa a esta forma cansina y fosilizada de hacer política.
Necesitamos filósofos nuevos capaces de repensarnos. Necesitamos, como acaba de afirmar el filósofo francés, Michel Onfray, gente que sea capaz de sorprendernos...
Propugna este frances por el “poder de la razón” contra el poder de “la superstición y la costumbre”. Pero sabemos nosotros que este seria un poder siempre de pocos porque la razón es más rara que la obediencia, ya que las personas “prefieren una ficción que las tranquilice que una verdad que las inquiete”.
No sé si las ideas de este filósofo son o no utilizables para transformar la política. De lo que no cabe duda es que necesitamos de pensadores capaces de despertarnos y de hacernos ver que es posible por lo menos imaginar otros caminos nuevos en el campo de la política, aunque puedan asombrarnos o asustarnos, que no los trillados que acaban adormeciéndonos con su falsa seguridad...

lunes, 15 de julio de 2019

La felicidad y su definicion

Pretender un consenso alrededor de la palabra felicidad es un imposible. Cada uno tiene su definición y ningún diccionario puede abarcarla.
Están quienes afirman que la felicidad es una invención de nuestra cultura y los que la consideran una utopía inalcanzable.
Hay para quien solo existen los momentos felices y para quien puede llegar a ser un estado permanente. También los que buscan la felicidad en el poder, el dinero y las posesiones y los que tratan de reducir el deseo a su mínima expresión.
Están los que creen que la felicidad es amar y los que creen que es amarse, así como los que piensan que hay que amarse para amar.
Están los que como Santa Teresa confiesan que su mayor pecado fue querer ser feliz y los que como Borges afirman que no haberlo sido es el peor de los pecados.
Entre tanta definición y tanta diferencia, sospecho que quizás la búsqueda de la felicidad sea la pregunta equivocada. Por eso, y a riesgo de estar equivocado, desde hace un tiempo concluí que yo no he venido aquí ni a ser feliz ni a no ser feliz, yo aquí he venido a vivir.
He venido aquí a mirarle a los ojos a la vida y a aceptar que entre ella y yo nunca va a ir todo bien. Que si bien está llena de alegrías, ilusiones y sorpresas, también lo está de sinsabores, sustos y decepciones. He venido a aceptar el desafío de llevarme lo que me toque, que espero sea lo mas que pueda: besos y abrazos, comienzos y rupturas, triunfos y fracasos. Yo no quiero una vida a pedacitos, yo la prefiero entera, porque prefiero un dolor de verdad a una alegría de mentira.
Quiero tener cosas que contar. Quiero campos, rios, amistades, viajes y aventuras. Quiero conocer la paz de un camino recto y asfaltado, pero también la adrenalina de la curva. Y si alguien prefiere quedarse en una roca meditando, serenando su alma, controlando sus deseos y alcanzar así los mayores niveles de felicidad, me parece bien, pero yo esa vida no la quiero. No quiero una vida calmada, sin sufrimiento, sin impotencia y sin frustración.
Quiero vivir la vida con las reglas de la vida, donde unas veces se gana y donde otras se aprende.
Y que acabe rápido el domingo, que éste no hacer nada hace que uno piense mucho jajajajajajajajajajaja

sábado, 13 de julio de 2019

Obsesion por la razon

Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás, por eso, quizás el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.
Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. 
La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos: la necesidad de tener razón.
En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. Vale la pena? Seguramente no.
El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.
Asi que a los amigos y hermanos les digo: no olvidemos que esto es un divertimento y no permitamos que la retórica baje del cerebro al corazón que la amistad está por encima de todo: es Sagrada!!!!

El Conocimiento

La mente del hombre funciona conceptualmente. Esto significa que a través de la observación, usando los sentidos, el hombre adquiere conocimiento y lo valida usando la lógica y el razonamiento, el proceso se repite una y otra vez hasta formar conceptos complejos.
Un concepto es la integración mental de una o mas unidades de conocimiento. Por ejemplo el concepto "silla" es la integración de varios conceptos, como: forma, peso, uso, color, etc. 
A medida que las personas se esfuerzan en adquirir nuevos conocimientos a través de la lectura, de la interacción verbal con otras personas, a través de la observación de la naturaleza y va integrando todo esto con el uso de la razón, el ser humano va creando los cimientos de su mente, va creando una estructura mental, una estructura conceptual y mientras mas apegados estos conceptos estén a la realidad, los cimientos bajo los cuales descansa nuestro estado mental serán más fuertes y mas sólida será nuestra mente.
Haciendo uso de este recurso que reside en nuestras cabezas, nos vamos acercando cada vez mas al entendimiento de este universo.
Newton, solo, en una cabaña situada en los campos de Inglaterra pudo descifrar las leyes que gobiernan al Universo todo haciendo uso de esa pequeña herramienta que se encuentra en la bóveda craneal: el cerebro. Por eso me es tan difícil respetar a los que vienen a explicar no solo el mundo visible sino el invisible a golpes de corazón.
Demasiado temprano para andar con esto pero no tenia sueño...