martes, 6 de marzo de 2012

CRISTOBAL JIMENEZ Y EL ARTE DE LA GASTROSOFIA



A mi hermano de batallas Cristóbal Jiménez (AKA Cavalo) por las tantas y atrevidas fusiones que hemos podido disfrutar.

Hace ya siete años que empezamos a ser amigos, y digo empezamos porque la amistad es un camino mas que una meta, cada día trae nuevas oportunidades de incrementar el balance de esta cuenta.
Nos habíamos conocido pocos días antes bajo el candente sol de Bávaro durante una jornada de trabajo en el primero de varios proyectos que después acometeríamos.
En aquel momento yo vivía en la zona y el iba varios días a la semana; durante el día cada uno estaba inmerso en sus actividades particulares, pero al llegar la noche aprovechábamos para escuchar música, compartir vinos y sobre todo conversar. Eran unas veladas amenas en las que siempre intentábamos sorprender al otro con lo que habíamos desenterrado durante la semana en lo relativo a música, a temas de conversación, y sobre todo a los vinos con los que hacíamos acompañar las mismas.
Así cobraban vida cada semana Claude Luter, Sidney Bechet, Le Louissiana Jazz Band, y su contraparte americana Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Thelonius Monk, Louis Armstrong, y demás amigos y, a medida que el vino avanzaba, esto terminaba buscando el nombre al final de la calle de Camboy o la Poquita de Fe de Julito Deschamps.
Sin embargo dentro de lo mucho conversado nunca habíamos tocado el tema de la comida.
Una noche de rayos y centellas, en medio de un aguacero épico, llegó con dos latas repletas de langostas que había encargado a los pescadores de Punta Cana (en aquel momento estaba construyendo la ampliación del Club Med). Y fue así como esa noche, indudablemente, empezamos a ser amigos.
Asumió con maestría la preparación de las mismas y me di cuenta que era poco lo que me tocaba hacer mas que llevar la conversación y descorchar las botellas de un Muga exquisito que se despacharon esa noche.
A partir de ese momento las liberalias incluyeron como elemento principal la comida. Sin embargo lo que nos propusimos desde el principio fue el convertir carnes mediocres en platos deliciosos. Evadimos el filete, el lomo, el solomillo, el churrasco y sus relacionados y nos propusimos ver hasta donde podíamos revestir de dignidad la Punta de Palomilla, la masa de cerdo, la pulpa, las costillitas y en lo que a frutos de la mar se refiere nos íbamos a Macao y traíamos buenas provisiones de chillos, bonitos y carites.
Cuando le tocaba cocinar se inclinaba por el estilo mediterráneo, haciendo énfasis en los sazones; por el contrario cuando me tocaba a mi me inclinaba por el estilo francés haciendo énfasis en la preparación de las salsas.
Descubrimos que ambos sentíamos lo que llamamos “el placer de la mesa”, que sentarse ante un buen plato era algo más trascendente que simplemente alimentarse.
La principal diferen­cia entre alimentación y gastronomía es simple, la alimentación es la satisfacción de unas necesidades físicas; la gastronomía permite sublimar esta función y convertir el acto de comer en un placer para los sentidos y para el intelecto.
Sin embargo, un gourmet es alguien con un paladar exigente que entiende cuando toma una buena comida. La palabra proviene del término francés groumet que define a la persona encargada de la comida y los vinos, algo que podríamos traducir por gastrónomo.
Definitivamente no podíamos decir que este término nos definía aunque excedíamos el simple hecho de distinguir entre un Big Mac y un Whopper.
La práctica lleva ya casi siete años de disfrute y ha sido recientemente cuando me encontré con una palabra que podría definir esto que hacemos: gastrosofía.
Gastrósofo, es el individuo que se comporta como una especie de filósofo discreto, prudente y entendido, con un alto refinamiento a la hora de seleccionar manjares y bebidas.
De la anterior definición sólo no cumplimos con el "alto refinamiento" pero espero que con la práctica nos ajustemos a esta definición.
Vayan pues mis parabienes para el buen gastrósofo Cristóbal Jiménez (Cavalo) por los diversos "inventos" conque ha halagado nuestros paladares.

Febrero 2012



 


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