domingo, 19 de febrero de 2012

PORQUE FARO Y PORQUE DEL TIEMPO


En este primer comentario quisiera explicar porque el nombre de este blog: Faro del Tiempo. El mismo es la conjunción de dos palabras que desde siempre han tenido un significado mágico para mí: los faros y el tiempo.
Pues bien empecemos con la primera de ellas. Para cualquier isleño que viva, obviamente, rodeado de mar, la figura del faro debe ser un paisaje común. Toda isla que se respete, sobre todo si es del caribe, debe exhibirlos como una forma más de su toponimia.
Establecido esto debo decir que la primera imagen que tuve de un faro se remonta a los días de mi niñez. Recuerdo que estábamos amenazados por el inminente paso de un huracán, cuando mi abuelo me tomó de la mano y me llevó al malecón de la ciudad a ver las olas embravecidas del mar Caribe azuzadas por el meteoro. El espectáculo era sobrecogedor. Olas inmensas y furiosas se estrellaban contra los arrecifes empapándonos de salitre mientras las palmeras que bordeaban la avenida se mecían sobre si mismas haciendo un esfuerzo supremo por mantenerse adheridas a la tierra.
Mis ojos de niño, expectantes y atemorizados, observaban aquello sin entender bien lo que pasaba. Mi imaginación, que ya desde entonces empezaba a hacerme jugarretas, me hizo creer que el mar quería salirse de sus límites y entrar a la tierra por la fuerza.
Apreté la mano de mi abuelo y me preparé a esperar que aquella inmensa masa de agua nos cubriera. Fue en ese preciso instante que mis ojos se encontraron con el.
Sobre un promontorio rocoso y azotado por las olas permanecía erguido, enfrentando la ira del viento envuelta en espumas, el faro del puerto. Sentí que de alguna manera el estaba batallando contra la furia de los elementos para impedir que aquello se nos viniera encima.
La imagen nunca se ha borrado de mi memoria.
A partir de entonces siempre he sentido una especie de complicidad y conexión – gratitud?- con los faros que he podido conocer. Los adivino fijando el límite entre la tierra y el mar, sin saber si el mundo empieza o termina en ese punto divisorio, mientras permanecen inmutables en su labor ciclópea de trazar el rumbo.
El concepto no es nuevo, para los antiguos romanos, y mucho antes para los fenicios, existió un templo gaditano erigido en honor al dios Merkalt en el que se construyeron dos enormes columnas de bronce que servían de guía a los navegantes y que marcaban el fin del mundo: las Columnas de Hércules. Platón ubicó a la Atlántida en los acantilados que se encontraban al oeste de dichas columnas.
Mucho mas cerca en el tiempo, encontramos el Faro de Alejandría al que siempre relaciono con la famosa biblioteca del mismo nombre. De acuerdo a los historiadores ambas obras se construyeron simultáneamente, la biblioteca en el 300 a. C. y el faro en el 285 a.C. Creo que Ptolomeo II, bajo cuyo mandato se erigieron ambas edificaciones le hizo un guiño a la eternidad al ordenar la construcción de dos obras disímiles en su utilidad pero muy similares en su función: alumbrar y marcar el rumbo.
II
Pasemos ahora a la segunda razón: el tiempo.
Alguien, que no recuerdo, dijo: “la vida es un chispazo de luz entre dos abismos de oscuridad”. Esos dos abismos de oscuridad resulta que deben ser la eternidad. Imagino que el autor de la frase no era muy religioso que digamos y por lo tanto prefería la oscuridad al premio o al castigo. O simplemente no quería meterse en problemas.
Lo cierto es que la idea de eternidad viene a complicar todo el concepto del tiempo. Si nos olvidamos de ella por un momento y pensamos que el tiempo lo medimos por unas cuantas vueltas de un planeta concluiremos que es una forma muy simple de hablar sobre algo muy complejo. Lo que es cierto es que un día nacemos y otro nos morimos y este intervalo o chispazo de luz nos ha hecho crear filosofías mientras que las dos oscuridades nos han hecho crear religiones.
Si a esto le sumamos que si nos hubiera tocado nacer en un planeta mas chico tendríamos mas años aunque hubiera pasado la misma cantidad de tiempo, seguimos embrollando el problema. Ni que decir que viceversa pasaría lo mismo: de habernos tocado un planeta más grande tendríamos menos años pero hubiera pasado exactamente la misma cantidad de tiempo.
Cuál es entonces la unidad de medida del tiempo? O es ajeno el tiempo a nuestros años, meses, minutos y segundos?
Está el hombre formado por materia de tiempo? Ahora resulta que después de haber llegado hasta las partículas que conforman el núcleo del átomo nos encontramos  conque las mismas están llenas de…vacío, es decir de nada.
Sin embargo este microcosmos al igual que los planetas y las galaxias tiene el mismo comportamiento, es decir giran y describen una orbita, por lo tanto podríamos inferir que aquí también nos encontramos con el tiempo.
Es pues, este vacío giratorio, el tiempo? Porqué todos estos giros me llevan indefectiblemente hasta uno de los abismos de oscuridad? Y si giraran a la inversa?
Estas perplejidades sobre algo tan cotidiano y a la vez desconocido es lo que ha hecho que esta sea la segunda palabra que aparece dándole nombre a este blog.
Dicho esto solo me resta decir que lo que quiero compartir es un poco de aquellas cosas que hacen que valga la pena vivir la vida, que permitan que sigamos asombrándonos del hecho de existir!  

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