martes, 26 de junio de 2012

EL RENCOR Y EL PERDON


“Perdonar es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar” Mahatma Gandhi.
Hoy quiero reflexionar sobre dos elementos que se contraponen y que son las dos caras de una misma moneda: el rencor y el perdón.
Antes de hablar sobre cada uno de ellos quisiera destacar una diferencia fundamental entre ambos: el rencor es un sentimiento pero el perdón es una decisión. Qué quiero significar señalando esta diferencia? Que el rencor es algo que viene sin que le llamemos y anida en nuestros corazones como un invitado que seca nuestras vidas mientras el perdón es un ejercicio de nuestra razón que sirve para limpiar el alma de esta antítesis del amor, el sentimiento mas puro que se supone debemos sentir por nuestros semejantes.
Ahora bien, el problema fundamental del rencor, es que sólo nos lo puede inspirar la falta que entendemos comete contra nosotros alguien que nos importa. Esto implica que solo en quien confiamos puede defraudarnos.
El rencor se encuentra emparentado con el odio, con el resentimiento, con el espíritu de venganza y con todo sentimiento destinado a infligir sufrimiento, paradójicamente, a quien lo padece y no al que lo causa y, lo que es peor, sin hacer nada por resolver el problema que lo ocasionó. Si alguien nos ha querido lastimar intencionalmente, a través del rencor estaremos permitiéndole instalarse dentro de nuestras vidas para continuar torturándonos de forma sistemática todo el tiempo que dichos sentimientos perduren.
Si sentimos rencor es porque hemos sido heridos en nuestro ego o hemos sido dañados emocionalmente de alguna manera, a esto le debemos añadir la sensación de decepción respecto de la persona que nos ha ofendido. Esto solo debería provocar suficiente sufrimiento en nosotros ¿Por qué motivo podríamos desear agregar más pesar a nuestro dolor?
El dolor emocional que alguien nos haya causado, lo causó en un presente que vertiginosamente se convierte en pasado. Debemos atormentar nuestro espíritu prolongando a través del rencor un dolor que no hemos originado y del que no conocemos las causas que movieron a quien nos lo causó? Intentemos comprender que aun lo que no comprendemos puede tener explicación. Entonces podremos liberarnos y liberar de culpa a quien nos dañó.
El rencor es pues, un sentimiento negativo que poco a poco se va aposentando en nuestro corazón y en nuestra alma. Es un sentimiento que se dirige hacia los demás y es una manera de mostrar el daño que nos causan. La persona rencorosa, al no decir que le han herido o que le están haciendo daño, guarda la parte más negativa de lo sucedido con resentimiento y, sobre todo, no se olvida de ello.

Hablemos ahora un poco sobre el perdón. 
       
El perdón no es solamente un mecanismo para liberar de culpa a quien nos ofendió, el perdón es un mecanismo para que yo sea libre de la amargura que dejó esa acción en mi corazón. Yo puedo decidir perdonar a alguien que no está arrepentido de verdad de haberme dañado, por que mi intención al perdonar, no es únicamente que esa persona quede libre de culpa, si no que yo quede libre en mi interior, que yo tenga paz, que yo pueda vivir bien, que haya desatado la amarra que me tenía detenido en el puerto.        
El perdón es una virtud del ser humano que revela en esencia lo que es él. Si no perdonamos a nadie, lastimosamente algún día caeremos en el lazo de ser implacables con las faltas, y algún día también seremos implacables con nuestras propias culpas.
El perdón es un regalo inmerecido, perdonamos a alguien que nos hirió aunque no se lo merezca. Y lo hacemos porque asi lo decidimos, porque es la única forma de mantenernos libres y que nuestros juicios sobre los demás puedan ser justos e imparciales.
Si nos damos cuenta, el perdonar es un acto incondicional y unilateral, así como lo es también el verdadero amor. No depende de que el otro haga su parte, sino de que yo haga la mía. Esa parte es perdonar la ofensa recibida.
Los dos obstáculos mas difíciles de superar en el camino del perdón autentico son, en primer lugar, la  soberbia y, en segundo lugar, el resentimiento. La soberbia se manifiesta en la indignación que siente el ofendido de que le hayan hecho algo ya que inconscientemente se siente superior al ofensor (es la base de las personas rencorosas: su sentimiento de superioridad); mientras que el resentimiento ata al ofendido con aquello que sucedió y lo hace repasarlo y revivirlo imposibilitando que lo olvide y lo supere.
Imaginemos por un instante a las personas que nos han hecho las cosas peores. ¿Nos hemos detenido a pensar las razones que los indujeron a proceder así? Quizás nosotros en su pellejo hubiéramos procedido de igual forma. A veces ignoramos que detrás de cada persona se esconde una infancia difícil, unas circunstancias personales complicadas, etc. Si tenemos la suerte de que la vida nos ha premiado con equilibrio, honradez y muchas otras virtudes, sintámonos afortunados, sintámonos felices y agradecidos no superiores a los demás.
Aprendamos pues a perdonar la mezquindad, la envidia, el engaño, la mentira, la cobardía, la hipocresía, la venganza, el odio, la desconfianza, la avaricia, la soberbia, el desprecio, el desdén, la humillación, las críticas... En realidad son carencias, manifestaciones de una persona que nos duelen, pero que quizás deberíamos compadecer y entender más que reprochar.
Por ultimo recordemos la medida del perdón que nos dejaron hace más de veinte siglos: “Perdona nuestras ofensas del mismo modo que nosotros perdonamos a los que nos ofenden”

2 comentarios:

  1. Muy buena reflexion. Me gusto la frase "el rencor es un sentimiento pero el perdón es una decisión." Nunca lo habia pensado de esa manera.

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  2. Creo que es una realidad Fernando. Eso es basicamente lo que trato de exponer.

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