"Florentino Ariza escribía todas las noches sin piedad para consigo mismo, envenenandose letra por letra con el humo de las lámparas de aceite de corozo"..."La torre del faro fue siempre un refugio afortunado que el evocaba con nostalgia cuando ya tenía todo resuelto en los albores de la vejez". El amor en los tiempos del cólera.
miércoles, 24 de abril de 2019
La Ciencia y las preguntas
Hace unos 2500 años, Lao Tsé dijo que saber que no se sabe es humildad, mientras que pensar que uno sabe lo que en realidad no sabe, es enfermedad.
Cada disciplina científica ha generado enorme cantidad de conocimiento, especialmente en los dos últimos siglos. Eso a algún optimista le puede hacer pensar que estamos cerca de conocerlo todo y que cada vez es más difícil encontrar áreas novedosas donde investigar. Nada más lejos de la realidad. Cuanto más sabemos más preguntas se abren, cuanto más conocemos, más preparados estamos para cuestionar incluso aquello que fue contestado con anterioridad. Es una de las grandezas de la ciencia: hacerse preguntas, plantear hipótesis, realizar experimentos para chequear esas hipótesis, obtener resultados y analizar como encajan los resultados en el conjunto de hipótesis y modelos planteados. Si no encajan se plantean nuevas hipótesis en función de esos resultados y se vuelve a empezar. Probar, comprobar, recomprobar. Una tarea que no acaba nunca. Cuando se tiene una alta probabilidad de certeza se habla de leyes, pero en ciencia las leyes no están grabadas en la roca con un cincel, están constantemente en escrutinio en función de los nuevos resultados obtenidos. Algunos ven en esto una debilidad, una gran inseguridad. A mí me parece una grandeza, la grandeza de un trabajo humano y colectivo realizado durante siglos y que nunca termina, dado que llegar a conocerlo todo se antoja imposible...
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