"Florentino Ariza escribía todas las noches sin piedad para consigo mismo, envenenandose letra por letra con el humo de las lámparas de aceite de corozo"..."La torre del faro fue siempre un refugio afortunado que el evocaba con nostalgia cuando ya tenía todo resuelto en los albores de la vejez". El amor en los tiempos del cólera.
viernes, 3 de enero de 2020
La muerte
Extraña paradoja! La religión responde al vacío ontológico que descubre todo el que se entera de que va a morir un día, que su estadía en la tierra está limitada en el tiempo y que la vida se inscribe brevemente entre dos nadas. Las fábulas aceleran el proceso. Instalan la muerte en la tierra en nombre de la eternidad en el cielo. Por ello, arruinan el único bien del que disponemos: la materia viva de una existencia cortada de raíz con el pretexto de su finitud. Ahora bien, dejar de ser para evitar la muerte es un mal calculo. Pues dos veces pagamos a la muerte un tributo que hubiese bastado con pagar una sola vez...
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