miércoles, 8 de abril de 2020

El deseo y la espiritualidad

Después de casi 300 años de ataques y proscripción a los primeros creyentes de Jesús, el Imperio romano de manos de Constantino adoptó el cristianismo como su religión oficial.
La Iglesia que nacía en ese momento no se basó únicamente en la Biblia para establecer sus enseñanzas. Buscó también la guía de teólogos y filósofos, muchos de ellos inspirados en la filosofía griega. Pero que sucede, que esa filosofia griega consideraba como fundamental en sus preceptos el que existía una división del espíritu por encima del cuerpo.
La máxima personalidad del desarrollo filosofico de la Cristiandad occidental fue Agustín de Hipona, un teólogo del siglo IV, quien reformó radicalmente la visión cristiana del sexo.
Agustín argumentaba que el deseo sexual deberia ser considerado como lujuria, por lo que afirmaba que ese sentimiento era el que había animado a Adán a aceptar la propuesta de Eva de probar la fruta prohibida del Árbol de la Sabiduría.
Así fue asociado por primera vez el deseo sexual con los orígenes del pecado.
Su manera de pensar fue quizás responsable del extenso legado de confusión que caracteriza a todos los que quieren ser "correctos" ante Dios y se sienten sucios por sentir en sus entranas el fuego del deseo y la pasión.
La alianza declarada por San Agustín entre el sexo y el pecado dejó a muchos cristianos (luego, en este momento de oscurantismo, surgirían decenas de creencias que crearían sus propias divinidades espirituales que se sumarían a esto) con una sensación de vergüenza ante el deseo sexual y el acto de saciarlo.
La opinión de San Agustín sobre asuntos sexuales unificó a los cristianos por más de mil años, y sigue teniendo influencia en muchos sectores hasta el día de hoy, ya no solo cristianos propiamente, sino de muchas otras corrientes "espirituales" que necesitan, obviamente, un contrario al que combatir para poder llegar a ser "buenos" y volver asi a unirse con dios.
Menudo arroz con mango que nos dejo don Agustin... jajajajajaja

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