sábado, 4 de abril de 2020

Schopenhauer, la convivencia y la soledad

En 1851, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer describía la siguiente parábola en su obra Parerga y Paralipómena:
"Imaginemos un día especialmente nevado y frío, de esos en los que la helada te cala hasta los huesos. Allí, en la intemperie, se encuentra un grupo de erizos en busca de calor. Para satisfacer su necesidad, buscan la proximidad corporal de los otros, pero cuanto más se acercan, más dolor causan las púas del cuerpo al erizo vecino. Sin embargo, debido a que el alejarse va acompañado del frío, se ven obligados a ir modificando la distancia hasta que encuentran la separación óptima, la más soportable entre el dolor de la proximidad y el frío del alejamiento."
Lo que transmite esta parábola es que mientras más nos acercamos a otro, existen más posibilidades de hacernos daño, de herir a la otra persona y de que nos hieran, la cercanía nos hace vulnerables... Sin embargo, la decisión de la lejanía implica el frío de la soledad.
Esta parábola pone en evidencia el desafío que implica la intimidad humana. Cuanto más cercana sea la relación entre dos seres, plantea Schopenhauer, la posibilidad de hacerse daño mutuamente es progresivamente mayor; mientras que cuanto más distante existen menos posibilidades de que esto suceda, aunque acabe por “matarnos el frío”.
Digamos que la resolución del dilema podría dividir, de forma extrema, a aquellos que son capaces de morir de amor por exceso de cercanía, o bajo las crudezas que implica el frío de la soledad...

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