lunes, 6 de abril de 2020

La relatividad de nuestro tiempo

La herencia mas importante que recibimos de siglo pasado es el relativismo que impera en todo lo que conocíamos como verdad. Con el se acabaron las verdades absolutas, ya no hay definiciones estáticas o recetas intocables. Todo puede ser reconvertido, repensado, redefinido, reescrito, revivido.
Por eso nos podríamos definir como relativistas, ya que solo tomamos lo que nos sirve de todos los conceptos que hasta ese momento nos habían enmarcado. Lo mismo pasa con nuestro rol como ciudadanos, como padres, como hijos, como contribuyentes e incluso como amantes. Algunos podrán decir que es egoísmo más que otra cosa, pero me parece que nos gusta redefinir la cosas según nuestra conveniencia.
Como humanos redactamos leyes, no tanto para cumplirlas, sino para buscar la solución a un problema que ya pasó, y desde ahí condenamos a los demás a seguir esa norma, porque un día alguien hizo algo indebido o que no nos gustó.
Queremos ser únicos, pero iguales frente a ciertas cosas, y que si es posible nos traten mejor que a nadie. Esta inconsistencia, nos lleva a pedir la cárcel para un corrupto, pero al mismo tiempo queremos que el policía no nos multe por cometer una infracción e incluso lo sobornamos para evitar la sanción; criticamos al policía que golpea a un manifestante, porque tenemos la idea de que la fuerza pública, solo debe usar su fuerza contra los criminales y no contra los manifestantes, así estos estén bloqueando la vía y la vida de muchas personas, e incluso agredan a los agentes de la ley.
Es como si viviéramos en dos mundos al mismo tiempo: el del deber y el de mi parecer. Creyendo que la policía debe cuidarnos de mal, pero no debe actuar contra aquellos que parecen débiles, así sean criminales; le pedimos a los demás que respeten la fila, pero continuamente buscamos la forma de hacer trampa y evitar la pérdida de tiempo que causa el respetar el tiempo del otro.
La verdad, es que nadie tiene la razón, porque la verdad en si misma no es clara y por ende no se puede defender una idea, porque esta depende del punto de vista de cada uno. Esto conlleva a que pidamos ser diferentes pero que nos traten como iguales, a la vez que no le damos esos mismos derechos a los demás. Condenamos con celeridad al prójimo por pensar diferente a nosotros, pero es quizá por el temor de darnos cuenta que estábamos equivocados nosotros, o que simplemente existe una forma diferente de hacer un sancocho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario